viernes, 30 de marzo de 2018

Más sobre Carlos Díaz

En 1998 ó 1999 asistí a una conferencia de las que Mario Méndez organizaba en el Club de Periodistas. En ésta Héctor Escobar, Héctor Chavarría y Luis Ruiz Noguez plantearon la hipótesis de que los "platillos voladores de plasma" de Carlos Díaz fueran en realidad lámparas de vidrio soplado. 





Juan Chía mandó a hacer lámparas parecidas a las de Díaz y en una emisión de su serie "En busca de lo desconocido" mostró, con la ayuda de un fotógrafo profesional, la forma de trucar fotografías y videos con las mencionadas lámparas. 





A finales del año pasado, en un foro de discusión, "free_spirit" escribió que Díaz usaba lámparas de vidrio soplado para trucar su material. "free_spirit" no hizo ninguna referencia a lo planteado por los ex integrantes de la Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica (en el 2009 publiqué en Las patillas de Asimov un texto sobre esta hipótesis y en el 2011 amplié la información), tampoco se refirió al programa de Chía (que se transmitió a finales de la década de los años noventa). 


Pero su nota incluyó dos fotografías de lámparas de vidrio soplado parecidas a los platillos de Díaz. Según la nota, Díaz mandó a hacer las lámparas en una fábrica de vidrio que en ese entonces se encontraba cerca del domicilio del "contactado". De igual forma, "free_spirit" hace referencia a supuestas declaraciones de un trabajador de esa empresa. Sin embargo, no ofrece datos para corroborar tanto sus afirmaciones (la existencia de esa fábrica y los supuestos dichos del trabajador de ésta) como el origen de las fotos que acompañan su texto. Aquí la nota de "free_spirit".



Por su parte, Alejandro Franz escribió en su página sobre lo afirmado por "free_spirit" y asegura que es el seudónimo de Santiago Yturria (ver aquí). 



¿Tomó "free_spirit" (o Yturria, si Franz tiene razón) la hipótesis de los ex miembros de la SoMIE y del programa de Chía o llegó a ésta de forma independiente?, ¿tendrá alguna investigación sobre el caso? ¿Mandó "free_spirit", al igual que Chía, a hacer otras lámparas tipo "platillos voladores de plasma construidos mediante bio-ingeniería-genética" o cuál es el origen de esos modelos? 


Actualización. 11 de agosto de 2019.

Yturria quiso hacerse el interesante al subir las imágenes sin decir cuál era su fuente. Fueron tomadas del programa de Juan Chía. Hace unos días, Chía subió la primera parte de su reportaje, ahí aparecen.








sábado, 24 de marzo de 2018

Una historia de horror queer

A Legión le gusta Gabriele. ¿Y cuál es el problema? Legión es un demonio especializado en posesiones y Gabriele es un aspirante a exorcista. ¿Podrá Legión conquistar al futuro exorcista? La respuesta en mi historia VADE RETRO SATANA!


"Gabriele –que se llamaba así por la admiración que sentía su padre por Gabriele Amorth, “el más grande de los exorcistas del siglo XX”- y Legión –como le llamaba cariñosamente Gabriele, por haber sido el nombre que se dio a sí mismo en el exorcismo en el que se conocieron- asistieron a las marchas del orgullo LGBTTTI desde que comenzaron su noviazgo. Una vez que Gabriele fundó su propia iglesia, Legión comenzó a meterse en el cuerpo de quienes asistían a ésta. Su objetivo, obviamente, era encontrarse con el pastor/exorcista. Los besos, nalgadas y tocamientos de Legión fueron subiendo de intensidad, cosa que ambos disfrutaban. Pero aquello no podía continuar. Que el exorcista debiera tener relaciones sexuales con el demonio como parte del ritual de liberación, resultaría poco convincente."


El cuento aparece en la antología de horror queer de la Editorial Cthulhu.

miércoles, 21 de marzo de 2018

Ana Frank, escritora

Si usted se perdió este programa, puede ver el video de Raquel Castro y Alberto Chimal sobre el mismo tema (porque nunca faltan los que se mueren de ganas porque se demuestre que el diario de Ana Frank es un fraude).


martes, 13 de marzo de 2018

Horror queer: la antología

Al fin la tengo en mis manos.



Carlos Enrique Saldivar escribe sobre ésta:

El Queer Horror u Horror Queer es un subgénero del horror en el cual se trastoca la sexualidad de los personajes centrales, se trata la temática gay principalmente.

En pocas palabras, es un tipo de horror que trata temas ligados al colectivo LGBT+, que expresa la diversidad sexual y las nuevas formas de expresión (esto implica lo artístico, ergo, lo literario) de los presentes tiempos. Bisexuales, travestis, transexuales, pansexuales, y representantes de otras condiciones sexuales se encuentran en el presente libro, en el cual aparecen toda clase de temas relevantes para la ocasión: el caos, la decadencia, la maldad y la destrucción podrían los ejes sobre los cuales se sostiene el conjunto. El acto sexual y la presencia del sujeto homoerótico son constantes, se entiende que es así porque estamos ante un libro en el cual se explora una sexualidad distinta a la cual estamos acostumbrados, por ende, nos adentramos a un horror (que desemboca en muchos casos en un gore) novedoso, que hechiza y termina conduciendo al lector por las rutas de lo cruento, a la vez cautivador.

Hay diversos puntos dignos de señalamiento. Lo diabólico, que muchas veces se expresa desde el humor negro con un profundo trasfondo crítico de la sociedad, se ve en el cuento «Vade Retro Satana!», de Martín Fragoso...


En suma, recomiendo «Horror Queer», pues creo que es una antología muy necesaria en los tiempos actuales, en los cuales vivimos en un mundo diverso, en donde se está creando un público lector, cada vez más ávido de leer estas temáticas poco tratadas (aun desde las compilaciones de terror) que quizá pueden ser muy trasgresoras, pero resultan envolventes.

Texto completo aquí.

Ángel Zuare, de Middle Age Freak, comenta sobre la antología a partir del minuto 31 (-7.25).

jueves, 8 de marzo de 2018

Reacciones a la refutación newtoniana de los vórtices cartesianos

“Tenía yo andadas bien seguramente 25 mill leguas, quando tuve bastante que reír, acordándome de el tturbillón terrestre de Monfieur Descartes; quien por un rapto de imaginación extravagante hace dar buelta á la Luna alrededor de la tierra en fuerza de su turbillón; de lo que no encontré el menor vestigio.”, expresa Onésimo Dutalón, el personaje al que Fray Manuel Antonio de Rivas hizo viajar a la Luna en sus Syzigias y cuadraturas lunares.



Roger Cotes, quien escribió un prefacio a la segunda edición de los Principios Matemáticos de la Filosofía Natural, obra en la que Isaac Newton refutó los vórtices cartesianos y planteó la gravitación universal, llamó sueños, quimeras y fábulas ingeniosas a los vórtices. Parodia los vórtices planteando a un filósofo que, tratando de explicar la parábola que siguen los proyectiles, imagina una cierta materia sutil imposible de captar mediante nuestros sentidos. “¿A caso no deberíamos reírnos realmente al ver a este nuevo Galileo haciendo tantos esfuerzos matemáticos para introducir cualidades ocultas en la filosofía, de donde han sido tan afortunadamente excluidas? Pero me da vergüenza detenerme tanto tiempo en bagatelas.”

Cotes se rio de los cartesianos en la figura de su "nuevo Galileo" y de sus construcciones quiméricas, es decir, los vórtices. Lo mismo hizo Onésimo Dutalón.



Como veremos en esta entrada, hubo intentos tanto de conciliar los vórtices cartesianos con el sistema newtoniano como de conciliar los vórtices cartesianos con las leyes de Kepler, además de explicar la gravedad en términos cartesianos. Intentaron conciliar la hipótesis de los vórtices con la dinámica celeste newtoniana: Gottfried Wilhelm Leibniz, Christiaan Huygens, Joseph Saurin, Joseph Privat de Molieres, Nicolas Malebranche, Philippe Villemot, Johann I. Bernoulli, Antoine Cavalleri, Colin Maclaurin, Leonhard Euler, lean Bouillet y Daniel Bernoulli, entre otros.

De lo anterior es de lo que trata un texto, de Eric J. Aiton, de la parte B del libro Planetary astronomy from the Renaissance to the rise of astrophisics: The vortex theory in competition with Newtonian celestial dynamics.

Vayamos pues a las reacciones a la refutación newtoniana de los vórtices cartesianos.

Entretiens sur la pluralité des mondes de Bernard le Bouyer de Fontenelle fue una obra popular que introdujo las ideas generales de la teoría de los vórtices a un amplio público lector. En su Eloge de Newton, Fontenelle contrastó los métodos de Descartes y Newton. Decía que Descartes parte de lo que claramente entiende para encontrar la causa de lo que observa y Newton procede de lo que ve (los fenómenos) para llegar a la causa, sea ésta clara u oscura. De igual forma, señaló que aunque el sistema newtoniano tenía algunos aspectos muy ventajosos, el sistema cartesiano agradaba más al intelecto.



Los primeros apuntes críticos que se conocen sobre la dinámica de fluidos que Newton desarrolló en sus Principia son los de Gottfried Wilhelm Leibniz (textos anteriores solo la resumieron o la elogiaron, o simplemente la ignoraron). Se trata de las anotaciones que hizo en su copia de la obra de Newton. Leibniz (que le atribuía a Kepler la idea de los vórtices y que, además, suponía que Descartes no le había dado el crédito correspondiente) se mostró en desacuerdo con algunas hipótesis y suposiciones de Newton (no distinguir entre resistencia absoluta y relativa, por ejemplo). En 1698 publicó el primer intento de conciliar los vórtices cartesianos con las leyes de Kepler. Un año después explicó la gravedad como el efecto de un impulso transmitido a través del éter. Leibniz distinguía dos vórtices independientes: uno que causaba la gravedad y otro que transportaba los planetas. Leibniz pensó que tanto su hipótesis como la de Newton podían coexistir, sin embargo consideró que la suya, al tener mayor poder explicativo, era preferible.

Por su parte, Christiaan Huygens (1629-1695) aceptó con reservas el sistema newtoniano. Entre otras cosas rechazó el vacío de Newton ya que pensaba que la luz no podía transmitirse a través de éste. En su Cosmotheoros, que se publicó en 1689 de forma póstuma, propuso su modificación a los vórtices cartesianos, Eric J. Aiton dice: “Los vórtices de Huygens (que rodeaban a cada estrella) no eran ni densos ni contiguos sino dispersos en el espacio para no obstaculizar las rotaciones libres de cada uno. No ofreció ninguna razón por la cual tales vórtices, sin restricciones externas, debían mantenerse unidos.”


                                                    Vórtices cartesianos

El newtoniano David Gregory (1659-1708) reconoció como bueno pero imperfecto el intento de Leibniz por conciliar los vórtices y las leyes de Kepler, además de que le encontró varios errores. El propio Newton publicó de forma anónima sus objeciones a Leibniz.

Joseph Saurin (1659-1737) intentó explicar la gravedad terrestre como efecto de una rápida circulación del éter. La gravedad, en la física cartesiana, se debe a un desplazamiento hidrostático: los cuerpos sólidos son desplazados hacia abajo por tener menos fuerza centrífuga que el éter que circula rápidamente. Para Aiton “Esta idea de un éter no resistente que podría ser causa de la gravedad podría haber conducido a una reconciliación temprana de los sistemas newtoniano y cartesiano si hubiera sido aceptada en general.”

Joseph Privat de Molières (1677-1742) basó su defensa de los vórtices en las ideas del abad Philippe Villemot, quien en 1707 publicó Nouveau systéme ou nouvelle explication du mouvement des planétes, y Nicolas Malebranche, considerado el más importante de los cartesianos contemporáneos de Newton.

Algunos criticaron los escasos conocimientos en matemáticas de Villemot (no sabía cálculo) y encontraron su obra de poco valor. Villemot intentó explicar diversos fenómenos celestes mediante vórtices solares y terrestres (la precesión de los equinoccios y la rotación de los planetas y lunas sobre sus ejes, entre otros). A pesar de ello Villemot, al igual que Malebranche, rechazó la explicación cartesiana de la gravedad; ambos personajes aceptaban los resultados de Huygens, en el sentido de que, para explicar cartesianamente la gravedad, el éter debía alcanzar velocidades extremas.

Por otro lado, a diferencia de Newton, Descartes consideraba que eran distintas las causas de la desviación de un planeta desde una trayectoria recta y la caída vertical de los cuerpos en la Tierra. Villemot también se separó de Descartes en este punto, ya que trató de identificar la gravedad de los planetas alrededor del Sol con la gravedad terrestre.

Sobre la idea de que la fuerza de gravedad disminuye con el cuadrado de la distancia, Privat de Molières, en un primer artículo, trató de demostrar que esa disminución era un efecto de la compresión externa del vórtice. Con eso y con su demostración de la tercera ley de Kepler, pensó que quedaba establecida la veracidad de los vórtices.

En un segundo artículo “demostró” que un éter (con las características propuestas por Malebranche: éter formado por pequeños vórtices elásticos) podía girar de forma elíptica, de tal forma que las órbitas elípticas de los planetas no entraban en contradicción con los vórtices cartesianos (como Newton aseguraba). En un tercer artículo mostraba que las capas de un vórtice seguían la segunda y tercera ley de Kepler. Como ya había demostrado que la gravedad en un vórtice esférico disminuía de acuerdo con el cuadrado de la distancia, supuso que la misma relación se mantendría en un vórtice elíptico que era casi esférico. A continuación llegó a la conclusión de que como Newton había demostrado la consistencia de la segunda y la tercera leyes de Kepler con una ley que apelaba al cuadrado inverso para la gravedad, entonces las mencionadas leyes de Kepler y su vórtice elíptico eran consistentes.

Entre 1734 y 1739 Privat de Molières publicó un tratado en cuatro volúmenes con el que terminó su tarea de conciliar los sistemas de Newton y Descartes. Aiton afirma que dicho tratado fue el último libro cartesiano que abarcaba todo el campo de la física terrestre y astronómica.

Hubo otros trabajos en los que los cartesianos trataron de armonizar el desarrollo newtoniano sobre la gravedad y los movimientos planetarios con los vórtices, y entre 1728 y 1740 hubo varios ensayos premiados por la Real Academia de Ciencias. Uno de éstos fue el de Johann I. Bernoulli, quien al inicio indica que una defensa de la existencia de los vórtices podría parecer a muchos filósofos la obra de un fanático, y sugiere que sólo la intervención milagrosa de Dios podría explicar los regulares movimientos planetarios mediante vórtices. Esta última afirmación podría hacer pensar que no se trataba de una verdadera defensa, sin embargo Bernoulli presentó sus objeciones serias al trabajo de Newton. Para este autor, las razones para afirmar que la hipótesis de los vórtices era incompatible con la tercera ley de Kepler estaban equivocadas. Newton se equivocaba, entre otras cosas, en sus principios de atracción y vacío y en sus consideraciones sobre la fricción (contrario a lo que pensaba el autor de los Principia, la fricción es independiente del área de contacto entre sólidos). Bernoulli también concilió el movimiento de los vórtices con la tercera ley de Kepler.

El jesuita Antoine Cavalleri, Colin Maclaurin, Leonhard Euler, lean Bouillet y Daniel Bernoulli, entre otros, también mezclaron los sistemas newtonianos y cartesianos, o justificaron uno en términos del otro.

Aquí más sobre las Syzigias y cuadraturas lunares de Fray Manuel Antonio de Rivas.