sábado, 30 de septiembre de 2017

A río revuelto, ganancia de pescadores...

A Mario Adalid le llaman "magufólogo", como divulgador del pensamiento crítico destaca el trabajo que está realizando en su canal en YouTube: Argoff TV, no duden en suscribisre o estar al pendiente de sus videos. En el más reciente podemos ver la plática que sostuvo con el doctor Raúl Valenzuela, Investigador Titular A del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México.



Después del sismo que sacudió el centro y el sur de México el pasado 19 de septiembre, a todos nos han llegado rumores y noticias falsas. Y como "a río revuelto, ganancia de pescadores", tampoco faltan quienes aseguran que predijeron el mencionado sismo y que alertan sobre los que vienen.



Uno de esos "profetas" es Alexander Backman, aunque a diferencia de videntes, psíquicos o tarotistas, éste asegura no usar magia sino "estudios científicos" que relacionan la actividad solar con los terremotos (no mencioné a los atrólogos entre los que "predicen" con magia porque también ellos aseguran que usan ciencia). Dicha hipótesis ha sido revisada por científicos de verdad y hasta el momento no hay evidencia que permita asegurar que exista tal relación (mucho menos que puedan ya predecirse terremotos revisando la actividad del Sol), al respecto ver aquí y aquí.



Ser críticos con Backman no significa atacar o menospreciar a quienes le creen. Porque no se trata de crear dos bandos: "nosotros los escépticos contra ustedes los creyentes y seguidores de la pseudociencia" o "ustedes los cerrados cientificistas contra nosotros los abiertos de mente". En realidad todos, como sociedad, deberíamos denunciar charlatanes y ser críticos con la información que nos llega.

Regresando al video, el doctor Valenzuela explica si es posible predecir terremotos, la relación de éstos con la actividad solar, la relación entre el terremoto del pasado 19 de septiembre y la actividad del volcán Popocatépetl y qué se entiende por réplicas, entre otros temas.

viernes, 29 de septiembre de 2017

Desarrollo de la empatía

Revisar discusiones de todo tipo en las redes sociales y blogs me ha llevado a darme cuenta de que cuando las personas opinan de forma distinta de inmediato aparecen acusaciones mutuas de deshonestidad o de ignorancia, es decir, de no contar con información suficiente. Es rarísimo que alguien reconozca que los demás pudieran haber llegado de forma honesta y bien informada a conclusiones distintas a las suyas.

No niego que sea algo natural. Si cada uno piensa que ha dedicado el tiempo suficiente a analizar los datos más relevantes de alguna cuestión, es lógico concluir alguna de estas cosas de quienes tienen una opinión contraria: a) No tienen la información suficiente. b) No le han dedicado el tiempo necesario a la reflexión. o c) Son mentirosos.

De igual forma, es más fácil pensar que los otros son víctimas de sesgos cognitivos, que reconocer que a todos nos pueden afectar por igual.

A la hora de discutir solemos estar más ocupados en tratar de demostrar que tenemos la razón o en señalar los defectos argumentativos de los demás que en reflexionar sobre las causas o motivos de nuestros puntos de vista.

Por ello es que ahora me pregunto si escribir ficción puede ayudarnos a desarrollar la empatía. ¿Qué debemos entender por ésta? En la wikipedia señalan que la empatía cognitiva es "la capacidad de comprender el punto de vista o estado mental de otro/a."

Si nos cuesta trabajo ser críticos con nuestros propios pensamientos, ¿podríamos al menos dejar de acusar de deshonestidad o de ignorancia a quienes no piensan como nosotros? Obviamente hay gente deshonesta e ignorante, eso es indudable, pero ¿cuántas veces habremos sido injustos al emitir nuestro juicio sólo porque -como decía más arriba- es dificil aceptar que alguien pueda haber llegado de forma honesta e informada a una conclusión o a un punto de vista contrario al nuestro?

Y aquí es donde entra al rescate la escritura. Quien intenta escribir cuentos, relatos o novelas tiene que hacer un esfuerzo al crear personajes con puntos de vista distintos a los suyos.

En el apartado dedicado a la ficción criminal basada en las investigaciones policiales sobre un crimen, del libro Escribir novela negra, H.R.F. Keating explica:

John Wainwright a menudo llama al trabajo policial bobbying (de bobby, el típico policía inglés). Y lo que este término comporta es algo que, si uno tiene pensado escribir este tipo de novela, debe comprender y absorber hasta lo más profundo de su ser. Llegados a este punto nos preguntaremos: "¿Seré capaz de retratar ese mundo aunque yo no sea policía?" Pues sí porque, como el mismo John Wainwright, lo que uno debe ser no es policía, sino escritor. Una de las cualidades absolutamente necesarias de cualquier escritor de ficción es la de poseer empatía, tener esa capacidad de ver la vida a través de unos ojos muy diferentes a los nuestros. Si uno tiene ese don o consigue cultivarlo, entonces escribirá obras de procesos policiales mejor que cualquier policía que tuviera mucha experiencia en el terreno pero que no poseyera esa cualidad.


Ahora revisemos el libro Cómo escribir ciencia-ficción y fantasía de Orson Scott Card. La segunda parte aborda la creación de mundos, en el apartado acerca de la evolución de éstos (Los mundos no brotan de la nada. Como quiera que sean las cosas, solían ser de otra forma, y de algún modo evolucionaron hasta aquí.), dice refiriéndose a la historia que deseamos crear:

Incluso cuando trabaje únicamente con sociedades humanas, una parte fundamental de la creación de su escenario es conocer la historia de las comunidades que forman parte de la trama. Puede limitarse a poner a un predicador demagogo en su ciudad, dirigiendo a una turba de santurrones en una enloquecida quema de libros; el resultado es invariablemente una caricatura. En su lugar, tómese el tiempo para imaginar por qué esa gente sigue al predicador, por qué confían en él o le creen.

No dé por sentada la respuesta más cómoda, tampoco; «porque son una panda de estúpidos intolerantes» no basta para crear una ficción honesta. Pueden estar actuando como una horda en el clímax de la historia, pero hasta entonces todos son individuos, distintos unos de otros, y cada uno seguirá al predicador por sus propias razones.

Una de ellas puede ser que es carismático. Pero ¿qué queremos decir con «carisma»? Pensemos en algunos sucesos específicos que puedan haberse producido. Por ejemplo, la razón por la que Mick y Janna seguirían al reverendo Bucky Fay hasta el infierno es que cuando su bebé enfermó, él fue a su casa, miró al bebé a los ojos, tomó su cabeza entre sus manos y dijo: «Te veo hace sólo unas semanas, cuando te marchaste del lado de Jesús porque él te envió a este mundo con una tarea importante. Satán ha enviado la enfermedad a tu cuerpo, pero eres un espíritu tan fuerte que tienes el poder de expulsarle… si quieres. Pero no puedo pedirte que te cures a ti mismo, no señor. Puedes sentir todo el mal del mundo, y eres tan bueno y puro que no te culpo si decides no seguir viviendo aquí un segundo más. Pero te suplico que te quedes. Te necesitamos».

El bebé murió pocos días después, pero en lugar de culpar a Bucky Fay por no curarle, Mick y Janna se sintieron seguros de que su bebé era tan bueno que simplemente no podía soportar vivir en este horrible mundo. Le contaron a otros su historia, y como hablaron con tal fervor y seguridad, hubo quienes les creyeron. La mitad de su identidad como personas se cimenta en el hecho de que Dios les escogió una vez para ser los padres de una de sus más perfectas criaturas; si en alguna ocasión dudaran de las capacidades espirituales de Bucky Fay, sería como si profanaran la tumba de su bebé perdido.

Es posible que ni siquiera utilice ese incidente en su historia. Pero usted lo conoce, y forma parte de la historia de esa ciudad. La gente que conforma esa turba ya no son extraños para usted, no son marionetas que ejecutan las acciones que usted les ordena. Han cobrado vida, tienen alma, y su historia será más rica y verosímil gracias a ello.


Ponernos en el lugar de los extraños, de quienes viven de forma distinta a la nuestra, que tienen opiniones diferentes o que toman decisiones que nosotros jamás tomaríamos es un ejercicio inevitable al escribir ficción. Por ello es que creo que la escritura puede ayudarnos a desarrollar la empatía cognitiva.

A manera de final: por lo anteriormente expuesto me sorprende encontrar escritores de ficción que muestran una falta extraordinaria de empatía con respecto a quienes consideran "extraños" (al grado de diagnosticarles trastornos de la personalidad).

jueves, 28 de septiembre de 2017

La heterosexualidad perseguida

En redes sociales se ha estado comentando la reciente muerte de Hugh Hefner (el día de ayer a los 91 años), el fundador de la revista Playboy. Un interesado en la ciencia ficción comentó, entre otras cosas: "Hefner publicó un MONTÓN de relatos (varios de ciencia-ficción) que ninguna otra revista se atrevía a hacer. “The Crooked Man” de Beaumont, por ejemplo. Una historia sobre un futuro distópico donde la heterosexualidad es perseguida y atacada de la misma manera que la homosexualidad lo era en los años 50s y 60s. Cuando llegó la avalancha de cartas enojadas e indignadas, Hefner respondió que “si está mal perseguir heterosexuales en una sociedad homosexual, también lo contrario está mal”."

The Crooked Man apareció en agosto de 1955 en la mencionada revista.


Así que me puse a buscar más información, que ahora comparto aquí.

En la wikipedia dicen: "Charles Beaumont (2 de enero de 1929 – 21 de febrero de 1967) fue un escritor estadounidense de ficción y horror. Es popular por haber escrito algunos guiones e historias para episodios de la famosa serie The Twilight Zone. El novelista Dean R. Koontz se refirió en una ocasión a Beaumont como 'una de las influencias seminales de todo escritor de lo fantástico y lo macabro.'"


En Lost gay fiction dicen: "En el futuro distópico de 'The Crooked Man', el estigma de la orientación sexual se invierte. La heterosexualidad ha sido prohibida-aparentemente, como una medida para reducir la sobrepoblación. En esta sociedad 'iluminada' las relaciones homosexuales son obligatorias, los heterosexuales pícaros son encarcelados o 'curados', y los niños nacen en laboratorios. Según todos los informes, 'The Crooked Man' provocó un poco de controversia. Hoy en día, proporciona información valiosa sobre los días anteriores a Stonewall."


He aquí algunos fragmentos.

Las siguientes palabras se refieren no a la homo sino a la hetrosexualidad:

"Antes, no era tan malo, no tan malo, de todos modos. Se burlaban de ti, te rechazaban y te despedían de tu trabajo, a veces los niños te lanzaban piedras, pero al menos no te cazaban. Ahora ... era un crimen. Una enfermedad." 

"El vicio está en ascenso en nuestra ciudad. En los rincones oscuros de cada unidad la perversión florece como una flor malvada. Nuestros hijos están expuestos a su hedor, y se preguntan-nuestros hijos se preguntan- por qué no se hace nada para poner fin a esta desgracia. ¡Lo hemos ignorado el tiempo suficiente! Ha llegado el momento de actuar, no de meras palabras. Los pervertidos que infestan nuestra tierra deben ser perfeccionados, eliminados completamente, como una amenaza no sólo para la moral pública, sino para la sociedad en general. Estas personas enfermas deben ser curadas y hechas normales." 

"La enfermedad que lanza a hombres y mujeres, juntos en esta terrible relación anormal y conduce a actos de regresión-retroceso que, a menos que sea detenido y detenido rápidamente, nos empujan inevitablemente de nuevo al estado de animales-esto debe ser considerado como cualquier otra enfermedad. Debe ser conquistado como problemas del corazón, cáncer, polio, esquizofrenia, paranoia, todas las otras enfermedades han sido conquistadas. . . " 

"... el proyecto de ley se convirtió en ley y la ley se llevó a cabo." 


"Jesse bebió un sorbo de whisky, recordando las Cazas. Cómo las muchedumbres frenéticas habían atravesado la ciudad al principio, cantando, gritando, llevando pancartas con lemas: ¡QUITA HETEROS! ¡MATE A LOS QUEERS! HACER NUESTRA CIUDAD LIMPIO OTRA VEZ! Y cómo habían perdido el interés finalmente después de que la pasión se había agotado y la novedad había terminado. Pero habían matado a muchos y habían enviado muchos más a los hospitales..." 

"Recordó las noches de correr y esconderse, el aliento seco ahogado pegado a su garganta, el corazón chasqueando suelto. Había tenido suerte. No parecía un hetero. Dijeron que uno podía decirle a uno simplemente mirándolo caminar. Jesse caminó correctamente. Los engañó. El tuvo suerte." 

"Entonces los escuadrones de la vicios habían venido y cerrado los clubes y los heteros fueron forzados en la clandestinidad y nunca los buscó de nuevo ni los vio. Él estaba solo." 

El protagonista le explica a su pareja (mujer): "No somos lo antinatural, no importa lo que digan. No sé exactamente cómo sucedió-tal vez, tal vez como las mujeres gradualmente se convirtieron en iguales a los hombres en todos los sentidos -o quizás sólo por la forma en que nacimos-, no sé. Pero el punto es, querida, el mundo entero fue como nosotros, una vez. Incluso ahora, mira a los animales ..." 

La historia completa aquí.

martes, 19 de septiembre de 2017

El terremoto del 19 de septiembre de 1985 en el cine (1)



Película de 1987. Protagonizada por Diana Golden, Pedro Weber "Chatanuga", Alejandra Meyer, Isaura Espinoza, Mario Almada, Cecilia Tijerina, Juan Peláez y Miguel Ángel Rodríguez.

Mientras que una pareja de jovencitos acude a un hospital a solicitar un aborto, una mujer desea tener a su hijo a pesar de que el padre del niño no desea hacerse responsable. Ambas mujeres serán atendidas por el mismo médico entre la noche del 18 de septiembre de 1985 y la mañana del día siguiente. El médico tiene la intención de robar al bebé para venderlo en el extranjero, sus planes se verán frustrados por el terremoto.


viernes, 15 de septiembre de 2017

La homosexualidad en la obra de Joe Haldeman

En La guerra interminable Joe Haldeman narra los conflictos que enfrentan William Mandella y Marygay Potter, dos individuos nacidos a finales del siglo XX y que fueron reclutados para una guerra interestelar. Humanos y taurinos (extraterrestres con piel anaranjada y arrugada, y tórax “como de hormiga”), pelean por más de mil años. Debido a los efectos de la relatividad, vivieron todo el conflicto.

Al durar tantos años la guerra, la humanidad cambia en cuanto a política, economía e incluso sexualidad.



En el año 2023, cuando la guerra aún no terminaba, Mandela y Potter, junto con otros soldados regresan a la Tierra, el general Bosford les explica:

Creo que el mundo les parecerá muy solitario. De cualquier modo, para que estén mejor informados sobre el tema, les dejaré con el sargento Siri, que acaba de llegar de la Tierra. Adelante, sargento. 

—Gracias, general. 

Algo en el rostro, en la piel de ese hombre me llamó la atención; al fin comprendí que usaba lápiz de labios y polvo facial; sus uñas eran suaves almendras blancas. 

—No sé por dónde comenzar —dijo, mordiéndose el labio superior y mirándonos con el ceño fruncido—. Las cosas han cambiado mucho desde que yo era niño. Tengo veintitrés años, de modo que ni siquiera había nacido cuando ustedes partieron con rumbo a Aleph... Bueno, para empezar: ¿cuántos de ustedes son homosexuales? 

Nadie respondió. 

—No me sorprende. Por mi parte, lo soy... 

¡Y no bromeaba! 

—...y creo que una tercera parte de la población de Europa y Norteamérica lo es también. En la India y en el Oriente Medio la proporción es mayor, pero decrece en Sudamérica y en la China. Casi todos los gobiernos propician la homosexualidad, sobre todo porque es un método infalible para el control de la natalidad. Las Naciones Unidas se mantienen oficialmente al margen del tema. 

Aquello me sonó a sofisma. En el ejército conservaban una muestra de esperma congelado y sometían a los soldados a una vasectomía; eso sí era a prueba de balas. Pero ya en mi época de estudiante muchos homosexuales de la universidad empleaban ese argumento. Tal vez diera resultado, a su modo; yo habría creído que la Tierra tenía mucho más de nueve billones de habitantes.

—Cuando allá en la Tierra me dijeron que debería hablar con ustedes efectué algunas investigaciones, principalmente entre viejos telefaxes y revistas. Muchas de las cosas que se temían entonces no se produjeron. El hambre, por ejemplo. Aun sin emplear toda la tierra y el mar disponibles logramos alimentar a todo el mundo, con posibilidades para el doble de población, mediante la aplicación de calorías. Cuando ustedes partieron, millones de personas morían lentamente de hambre. Ahora no existe tal cosa.



Después de hablar sobre otros temas como las prisiones y los criminales en esta nueva Tierra, escribe Haldeman: "En respuesta a una pregunta bastante poco discreta, Siri afirmó que no usaba cosméticos sólo por ser homosexual; todo el mundo se maquillaba en la Tierra. Por mi parte decidí comportarme como un inconformista y mantener la cara limpia."

Mandella y Marygay se convierten en pareja a pesar de que los soldados pueden intercambiar parejas sexuales cada noche. Los soldados supuestamente tienen la libertad de volver a enlistarse y continuar luchando contra los taurinos o retirarse de la milicia e incorporarse a la nueva sociedad. La verdad es que les dificultan las cosas para que no tengan más remedio que volver a la guerra. Desgraciadamente, después de algunas batallas más, los separan:

Marygay había sido ascendida a capitán; yo, a mayor, debido a nuestros antecedentes militares y a las pruebas efectuadas en Umbral. Yo sería comandante de una compañía; ella, oficial con mando. Pero la compañía no era la misma. Ella debía encargarse de una nueva compañía que se estaba formando precisamente allí, en Paraíso. A mí me correspondía volver a Puerta Estelar para «adoctrinamiento y educación» antes de asumir la comandancia. 

Por largo rato nos fue imposible decir palabra. Por fin afirmé débilmente: 

—Voy a protestar. No pueden hacerme comandante. 

Ella seguía muda. No se trataba de una simple separación. Aunque la guerra terminara y ambos partiéramos rumbo a la Tierra con sólo unos minutos de diferencia, en naves diferentes, la geometría del salto colapsar abriría entre nosotros una brecha de muchos años. Cuando el segundo llegara a la Tierra, su compañero sería probablemente cincuenta años mayor o estaría ya muerto. 

Durante largo rato permanecimos sentados a la mesa, sin tocar siquiera la exquisita comida, ignorantes de la belleza que nos rodeaba, conscientes tan sólo de nuestra mutua presencia y de las dos páginas que nos separaban, con un abismo tan profundo y real como la muerte. 

Regresamos a Umbral. Presenté una protesta, pero mis argumentos fueron rechazados. Traté de que asignaran a Marygay a mi compañía; me respondieron que todo mi personal estaba ya nombrado. Señalé entonces que probablemente mis ayudantes ni siquiera habían nacido aún, pero se me indicó que eso no importaba, pues ya estaban nombrados. Cuando observé que quizá pasara un siglo antes de que yo llegara a Puerta Estelar, dijeron que la Fuerza de Choque planeaba en términos de siglos. Nunca en términos de individuos. 

Aún pasamos juntos un día y una noche. Cuanto menos habláramos de eso mejor sería. No era sólo perder un amante: Marygay y yo éramos nuestro mutuo vínculo con la vida real, con la Tierra de 1980 a 1990, no ya con esa farsa perversa por la cual nos veíamos obligados a luchar. 

Cuando el vehículo de lanzadera que la llevaba partió, fue como si cayera un terrón de polvo en el interior de una tumba. Averigüé los datos orbitales de su nave y la hora de la partida, descubriendo que podría observarla desde «nuestro» desierto. 

Aterricé en el pináculo donde habíamos ayunado juntos. Pocas horas antes de la aurora observé la aparición de una nueva estrella en el horizonte oriental; lanzó un fuerte destello y en seguida se alejó, desvaneciéndose hasta convertirse en una estrella común; se tornó más opaca y finalmente desapareció. Caminé hasta el borde del abismo y contemplé la roca desnuda, el fondo erizado de puntas congeladas, quinientos metros más abajo. Me senté con los pies colgando desde el borde, con la mente en blanco, hasta que los rayos oblicuos del sol iluminaron las dunas con un suave y tentador claroscuro de bajorrelieve. Por dos veces, incliné el peso hacia delante, como para saltar. Si no lo hice no fue por temor al sufrimiento o a la pérdida. El dolor sería apenas momentáneo; la pérdida corría por cuenta del ejército. Pero habría sido su victoria definitiva sobre mí: haber regido mi vida durante tanto tiempo e imponerle el final. 

Todo eso debía yo al enemigo.


Información sobre esta obra aquí

Ponen a poco más de cien personas bajo la responsabilidad de Mandella, quien antes de conocerlas tiene una entrevista con el oficial de orientación cronológica. El orientador le explica: “Lo que yo deseo es, principalmente, prepararle para la presentación a la fuerza, de choque.” Hablan, entre otras cosas, de la heterosexualidad de Mandella.

El mayor Mandella comienza aclarando:

—¡Oh, eso no es problema! Soy tolerante. 

—Sí, su análisis caracterológico revela que usted... se cree tolerante, pero ése no es el problema principal. 

Comprendí lo que intentaba decir, si no en detalle, al menos en sustancia. 

—Sólo las personas emocionalmente estables son reclutadas por la FENU —explicó—. Sé que a usted le resultará duro aceptar esto, pero la heterosexualidad se considera como irregularidad emocional relativamente fácil de curar

—Si creen que me van a curar... 

—Quédese tranquilo, ya es demasiado viejo para eso —dijo, mientras sorbía delicadamente su bebida—. No será tan difícil entenderse con ellos como usted puede... 

—Espere. ¿Quiere decir que nadie... que todos los de mi compañía son homosexuales, salvo yo? 

—William, todos los terráqueos son ahora homosexuales, con excepción de un millar de personas, todas ellas veteranos incurables. 

¿Qué me quedaba por decir? 

—¡Vaya manera drástica de resolver la superpoblación! 

—Tal vez, pero da buen resultado. La población terráquea se mantiene estable por debajo de un billón de personas. Cuando alguien muere o se va del planeta se anima a otro individuo. 

—La gente no nace. 

—Sí, nace, pero no al modo antiguo. Se trata de lo que ustedes llamaban «bebés de probeta», aunque naturalmente no se emplean probetas para eso. 

—Bueno, menos mal. 

—En cada guardería hay una especie de vientre artificial que se encarga de los individuos durante los primeros ocho o diez meses siguientes a la animación. Lo que ustedes llamarían «nacimiento» se produce en un período de varios días; ya no es el acontecimiento súbito y drástico de otros tiempos. 

«¡Oh, un mundo feliz!», pensé. 

—Sin traumas de nacimiento. Un billón de homosexuales perfectamente equilibrados. 

—Perfectamente equilibrados para las normas de la Tierra actual. A usted y a mí nos parecerían algo extraños. 

—Ese término es muy suave para el caso —observé, mientras acababa mi cerveza—. En cuanto a usted... ¡ejem!, ¿es homosexual también? 

—¡Oh, no! —exclamó, para mi alivio—. En realidad ya no soy tampoco heterosexual. 

Se golpeó la cadera con un ruido extraño. 

—Me hirieron; resultó que yo tenía una rara afección del sistema linfático y no podía tener descendencia. Desde la cintura hacia abajo no soy más que metal y plástico. Para usar su propia palabra, soy un ciborganismo. 

Aquello ya fue demasiado, como solía decir mi madre. 

—Oiga, recluta —dije al camarero—, tráigame uno de esos Antares. ¡Estar sentado en un bar con un ciborganismo asexuado, que probablemente era la única persona normal de todo aquel maldito planeta, aparte de mí mismo! 

—Que sea doble, por favor.



Posteriormente, Mandella pide platicar con los oficiales superiores (del grado cuatro hacia arriba), entonces plantea su preocupación; que su orientación sexual pueda causar conflictos con el grupo a su cargo.

—En primer lugar, vamos a un problema personal básico —dije, mientras servía la bebida—. ¿Están todos ustedes informados de que no soy homosexual? 

Hubo un coro mezclado de «sí señor» y «no señor». 

—¿No creen que esto va a... complicar mi situación como comandante entre los soldados? 

—Señor, no creo... —empezó Moore. 

—Aquí no hacen falta rangos —dije—: estamos en un círculo cerrado. Hace cinco años, en mi propio marco cronológico, yo era recluta. Cuando no haya soldados rasos presentes, pueden llamarme Mandella o William. 

Tuve la sensación de que estaba cometiendo un error al decir eso, pero concluí: 

—Sigue hablando. 

—Bueno, William, tal vez hace cien años habría sido un problema. Ya sabes lo que pensaba la gente por entonces. 

—En realidad no lo sé. Desde el siglo XXI en adelante no sé más que historia militar. 

—¡Oh! bueno, era... ¿Cómo te diré? Eh, era... 

Agitó las manos en el aire. Alserver terminó por él: 

—Era un delito. Eso fue mientras el Consejo de Eugenesia trataba de convencer a la gente para que la homosexualidad fuera universal. 

—¿Qué Consejo de Eugenesia? 

—Es parte de la FENU. Solamente tiene autoridad en la Tierra. 

Aspiró profundamente la cápsula vacía y prosiguió: 

—Se trataba de evitar que la gente siguiera procreando bebés al modo biológico. Porque A) la gente mostraba una lamentable falta de juicio al elegir al compañero biológico, y B) el Consejo notaba que las diferencias raciales provocaban una división innecesaria en la humanidad. Con un control absoluto de los nacimientos se podría lograr que en pocas generaciones hubiera una sola raza. 

No sabía que habían llegado tan lejos, pero parecía lógico. 

—Y tú, como médico, ¿lo apruebas? 

—Cómo médico no estoy segura. 

Tomó otra cápsula del bolsillo y la hizo girar entre el pulgar y el índice, con la mirada perdida, o tal vez fija en algo que nadie veía. 

—En cierto modo eso me facilita mucho el trabajo. Muchas enfermedades han dejado de existir. Pero creo que no saben tanto de genética como creen saber. No es una ciencia exacta; quizás están haciendo algo muy mal y el resultado no se note hasta dentro de muchos siglos. 

Rompió la segunda cápsula bajo su nariz y aspiró dos veces seguidas. 

—Sin embargo —aclaró—, como mujer estoy de acuerdo. 

Hilleboe y Rusk asintieron vigorosamente. 

—¿Porque así no debes pasar por el proceso del parto? 

—En parte por eso —confirmó ella, bizqueando cómicamente al mirar la cápsula para aspirar por última vez—. Sin embargo es sobre todo por no verme obligada a... tener un hombre... dentro de mí. ¿Comprendes? Es desagradable. 

—Si no has probado, Diana —observó Moore riendo—, no lo puedes... 

—¡Oh, cállate! —exclamó ella, arrojándole juguetonamente la cápsula vacía. 

—Pero es perfectamente natural —protesté. 

—También lo es andar de árbol en árbol y cavar en busca de raíces con un palo romo. El progreso, mi querido mayor, el progreso. 

—De cualquier modo —prosiguió Moore— sólo se consideró delito durante un breve período. Después pasó a ser... ejem... una... 

—Afección que se podía curar —completó Alsever. —Gracias. Ahora bien, es tan poco habitual... No creo que los soldados lo tomen muy a pecho, en un sentido o en otro. 

—Es sólo un rasgo excéntrico —afirmó Diana, magnánima—. Peor sería que devoraras niños. 

—Es cierto, Mandella —concordó Hilleboe—. Mis sentimientos hacia usted no cambian por eso. 

—Me... me alegro. 

¡Qué maravilla! Comenzaba a darme cuenta de que no tenía la menor idea sobre cómo debía comportarme socialmente. Gran parte de mi conducta «normal» se basaba en un complejo código táctico de etiqueta sexual. ¿Debía tratar a los hombres como si fueran mujeres y viceversa? ¿O tratarles a todos como hermanos? Todo resultaba muy confuso. Acabé de vaciar mi copa y la dejé sobre la mesa. 

—Bueno, gracias por la seguridad que me han brindado. En esencia era eso lo que deseaba preguntarles. No dudo que todos ustedes tienen mucho que hacer y gente de la cual despedirse. No quiero retenerles. 

Todos se marcharon, con excepción de Charlie Moore. Ambos decidimos pillar una borrachera mayúscula y recorrer todos los bares y clubes para oficiales que hubiera en el sector. 

Logramos visitar doce de ellos; probablemente hubiéramos podido completar el recorrido, pero decidí que convenía dormir unas horas antes de la próxima reunión. 

La única vez que Charlie me hizo ciertas insinuaciones se comportó con mucha cortesía. Traté de que mi negativa fuera igualmente cortés, pensando que pronto adquiriría mucha práctica en aquellos asuntos.



La guerra termina en el año 3138, el último grupo en regresar a la Tierra y enterarse es el de Mandella. La humanidad ahora es una copia de un mismo individuo que explica que “Aunque soy diez billones de individuos —continuó—, mi conciencia es una sola. Cuando ustedes hayan leído el libro trataré de aclararles este concepto. Sé que no les será fácil comprenderlo. Ya no se animan nuevos individuos, puesto que yo soy el modelo perfecto. Sólo se reemplazan los individuos que mueren. Sin embargo, hay algunos planetas donde los seres humanos nacen a la manera normal de los mamíferos. Si mi sociedad les resulta demasiado extraña podrán dirigirse a uno de esos planetas. En el caso de que deseen tomar parte en la procreación, no he de oponerme. Muchos veteranos me piden que les cambie la polaridad a heterosexual, a fin de adaptarse mejor a esas sociedades. Me es posible hacerlo con toda facilidad.”

Mandella se enterá de la ubicación de su amada Potter: un planeta llamado Dedo medio, "una especie de Coventry para heterosexuales. Lo llaman «base de verificación eugenésica».”


                    Sobre la adaptación a cómic aquí.

Antes de leer La guerra interminable, leí Una guerra separada. En esta obra Haldeman explica lo sucedido con Potter durante el tiempo que estuvieron separados. Ella, a diferencia de Mandella, tuvo una relación lésbica. Ya escribí de Una guerra separada aquí.

Tengo más interés en las cuestiones sociales que en las tecnológicas o en las estrategias de guerra, por ello es que encontré más difícil leer La guerra interminable que Una guerra separada, en esta última los detalles técnicos, científicos y las descripciones de batallas ocupan mucho menos espacio.

viernes, 8 de septiembre de 2017

¿"Luces de terremoto" durante el terremoto que ayer por la noche sacudió a México o transformadores cuya explosión se reflejó en las nubes?



Ver la nota aquí.

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Comentario de un estudiante de sismología.

Para el periodista Luis Roberto Castrillón las luces no se debieron a explosiones de transformadores sino a las luces de terremotos.



En el Instituto de Geofísica de la UNAM hubo una conferencia de prensa, la doctora en geofísica Xyoli Pérez Campos, jefa del Servicio Sismológico Nacional, en 12:23 (-24:57), dice que las luces que se ven en los videos no están relacionadas con el sismo.


El físico Iván Guerrero le dio su opinión a César Buenrostro. 

Luis Ruiz Noguez tiene en su blog muchas entradas sobre el tema, sobresale su artículo al respecto, las cinco partes pueden leerse aquí, aquí, aquí, aquí y aquí


El doctor Esteban Hernández Quintero del Instituto de Geofísica de la UNAM da su explicación a las luces.







La opinión del doctor Rafael Fernández Flores, leer aquí










Leer aquí. Y aquí la versión más larga en su blog La ciencia por gusto.

Otro artículo del doctor Rafael Fernández Flores, leer aquí

Texto aquí


El doctor Gerardo Suárez, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, piensa que no hay relación entre las luces y el terremoto.


Luces en el cielo durante los sismos - Xyoli Pérez (Geofísica UNAM).