miércoles, 18 de mayo de 2011

Toreros

Las siguientes son para mi serie sobre la vida en chilangolandia. Cuando era niño mi papá me llevó a dar un paseo a los Viveros de Coyoacán, entonces me enseñó a los toreros y aspirantes a toreros que practican en ese lugar. El año pasado tomé las siguientes fotografías, las primeras cuatro son del matador Federico Pizarro (lo supe cuando al final le pregunté su nombre, porque la verdad es que desconozco todo lo referente a la "fiesta brava").




























jueves, 5 de mayo de 2011

Adiós Teresa, adiós

Hace dos días anduve caminando por el centro de la ciudad de México, pasé frente al que era el Cine Teresa. Hay una pared que cubre la antigua entrada. Y es que se está llevando a cabo su demolición. En su momento -el año pasado- en Cine Premier escribieron:

Quizás esta noticia no resulte relevante para las últimas generaciones que han nacido y crecido en la Ciudad de México, pues el Cine Teresa de la antigua San Juan de Letrán (hoy Eje Central) era ya considerado un lugar "de mala muerte", no sólo por exhibir películas pornográficas de clasificación elevada, sino por ser un conocido punto de encuentro de prostitución y actividades homosexuales.

Hoy, el cine Teresa ha dejado de existir (tras un proceso de demolición que comenzó el pasado mes de junio). ¡Larga vida al primer cine de lujo en México, y ojalá algún día tengamos de nuevo un lugar de tanto lujo y elegancia para disfrutar de nuestros filmes favoritos!



Cuando me enteré de lo anterior fui a ver lo que aún quedaba del Teresa. En ese momento todavía tenía la entrada. Las siguientes fotografías las tomé a mediados de julio del año pasado, las acompaño con un texto que Juan Solís escribiera para El Universal hace ya casi nueve años.


Domingo 09 de junio de 2002

Cumple 60 años la última gran sala cinematográfica del DF, inaugurada el 8 de junio de 1942; se le considera el foro de películas porno más antiguo y lujoso del mundo

En la que Efraín Huerta definió como "viva y venenosa calle San Juan de Letrán", hay un edificio que no deja de atraer miradas. Su anuncio bandera es visible desde Madero, su amplia marquesina cubre casi la totalidad de la banqueta. Está diseñado para agradar, para invitar a la gente a pasar a su interior, subir por las escaleras y encontrarse con dos esculturas que custodian a un viejo proyector, ubicado frente a un mural que contiene fotos de bellas damas metropolitanas.

Parece que el tiempo no pasa por el cine Teresa que, hoy que se cumplen 60 años de su fundación, se erige como la última gran sala cinematográfica de la ciudad de México, como el cine del Centro Histórico. Si bien hay quien lo ha considerado como el cine porno más antiguo, grande y lujoso del mundo, la fama del Teresa se debe a su historia, a su diseño y al empeño que sus dueños han puesto en respetar, hasta donde sea posible, su aspecto original.





Considerado patrimonio cultural arquitectónico, la obra del arquitecto Francisco Serrano ha sobrevivido a temblores, huelgas, boicots, obras públicas, daños, intentos de compra y una aguda crisis económica. Sin embargo, sus butacas siguen albergando a un público que, a lo largo de las diversas etapas del cine, ha sido su principal sustento.




Lugar para las damas metropolitanas

El 2 de junio de 1942, en medio de notas bélicas, se publicó un anuncio en EL UNIVERSAL que se limitaba a decir: "Teresa, un cine dedicado a las damas metropolitanas." Al día siguiente se anunciaba la próxima inauguración del foro con la proyección de la Twentieth Century Fox El hijo de la furia . En la publicidad se veía el cine iluminado, elegantes carros se estacionaban frente a sus puertas mientras la gente caminaba tranquilamente por la banqueta.

El cine Teresa nacía en el mismo predio que ocupó otra sala del mismo nombre desde 1924. Según datos consignados en el libro Espacios distantes aún vivos , de Francisco Haroldo Alfaro y Alejandro Ochoa, entre 1934 y 1936, cuando se amplió la avenida San Juan de Letrán, el antiguo Teresa con su arco monumental y su pórtico fue destruido. En 1939 el arquitecto Francisco Serrano inicia la construcción del actual edificio que sería administrado por la compañía Exhibidores Mexicanos SA, fundada en 1933 por don Arturo Ceballos. La compañía agrupaba a una serie de cines entre los que se encontraban el Odeón, el Encanto, el Edén y el Monumental.





Don Arturo decidió respetar el nombre que, al parecer, evocaba a una dama cercana al antiguo dueño. El 8 de junio, día de su inauguración, el cine se anunciaba, en opinión de muchos, como "el número uno de esta capital, así de elegante y bonito está". En su interior abundaban los mármoles, bronces y maderas preciosas, el pasamanos de las escaleras era de cristal y estaban rematadas por dos cabezas de mármol, copias de obras maestras de Miguel Ángel. En el centro del vestíbulo había una copia en tamaño natural de la Venus de Canova, asegurada contra daños. En una de las paredes había un mural con las fotos de 40 damas metropolitanas que "son las hadas madrinas de este cinema de ensueño".

Con una capacidad de 3 mil 105 butacas, el cine estaba dedicado a las damas metropolitanas, al parecer como una táctica publicitaria. Las mujeres pagaban menos por entrar. "Era la época del auge del cine en México en todos los niveles sociales -recuerda el arquitecto Jesús Ceballos, actual propietario del cine-. En las fotos de la inauguración del Teresa se ve a gente con pieles, tal y como se acostumbraba en ese entonces, cuando el cine era un centro de recreación familiar. En San Juan de Letrán los carros se estacionaban en batería y pasaba el tren."

Las notas enfatizaban la presencia de unas esculturas flotantes, ubicadas sobre el foro, que representaban a las nueve musas y a las tres gracias "que parecen volar sobre la pantalla, gracias a un efecto especial de la luz azul". Las butacas eran acojinadas y cubiertas de tapiz cristalino, no adherente a la piel. El sistema de ventilación permitía conservar una temperatura de 21°C en el interior.





"Si bien este cine no fue el más importante, sí tenía un toque, por un lado, sentimental y, por otro, un cierto impacto socioeconómico", acota Ceballos. En esa época el cine tenía una carácter muy diferente al de ahora, se guiaba por un enfoque de integración social muy importante, de identificación urbana. La gente tenía su cine de barrio y se reunía en él, sin embargo al Teresa venía gente de todo el perímetro de la ciudad. Lo que atraía del Teresa en primera instancia era la marquesina, luego el vestíbulo generoso, el gran espacio de la sala, el momento de penumbra total, la introducción de la música, la apertura del telón y después la entrada de la película. Además contaba con una serie de aspectos técnicos que ya no se cuidan: la isóptica y la acústica, esa sensación de que se prendía la luz y no se quedaba uno meditando solamente en la película sino que descubría otras cosas, las musas por ejemplo. Como arquitecto pienso que no es lo mismo tratar de encontrar una respuesta a algo que vio uno en la pantalla en un espacio pequeño, saturado y lleno de calor, que en un espacio bondadoso."




La sala de los hombres solos

La sala está en penumbras. Los asistentes se ubican principalmente en las orillas. Como en cualquier sala, unos se conforman con el placer visual y otros recurren al tacto. La gran mayoría son hombres. El género pornográfico, más antiguo que el cine mismo, es de consumo masculino. Apunta Roman Gubern en su ensayo La mirada pornográfica : "En nuestra sociedad que ha semiatrofiado la función del olfato, la principal actividad teledetectora sexual se ejerce mediante el sentido de la vista, agudamente sensibilizada para tal función erótica. Y tal hipersensibilidad erótica haría al hombre el destinatario óptimo del estímulo pornográfico."
El cine Teresa, como muchos otros viejos cines en el mundo, ha encontrado en el porno una tabla de salvación económica. La historia no ha sido sencilla. Cuenta Ceballos: "El cine ha tenido muchas etapas. En un tiempo nos tocaron los estrenos de la Fox, grandes películas como El salario del miedo , con la que estuvimos 56 semanas implantando un récord de un año en cartelera, El manto sagrado , y otras. Hubo un momento en que el cine en México se convirtió en monopolio, grandes empresarios vendieron sus salas. El hecho de que mi padre se negara a vender las suyas provocó que nos boicotearan y no nos dieran películas. Por azares del destino Francia Films se retiró y la embajada nos facilitó cintas francesas. Con eso nos defendimos hasta que se estabilizó la situación.

"Programamos cine mexicano con Operadora de Teatros, pasamos por la etapa del karate, películas de acción y finalmente lo que exhibimos ahora -continúa-. Es difícil que después de esta trayectoria hayamos caído en este tipo de material. Hay gente, no mucha, que hace un poquito de escándalo. Finalmente es un tipo de cine que se pasa en todo el mundo. Cuando tuvimos el problema de 92 a 94, en que estuvimos prácticamente cerrados y al borde de la quiebra, todo mundo tenía interés de quedarse con el predio porque es muy codiciado. Con las obras del Metro nos quitaron la marquesina. Nadie se metía al cine y había que pagar sueldos. Yo ya había tomado la gerencia de la sala. Pasábamos películas de acción, pero empezamos a proyectar películas de este tipo que nos había proporcionado el señor Carlos Amador. Cuando entraba a la sala se veían puros cascos e impermeables amarillos, eran los empleados del Metro. Así como nos afectó, eso fue lo que nos mantuvo con vida dos años. Por azares del destino caímos en este tipo de material. Cuando por fin logramos abrir y recuperamos la marquesina nos dieron en segunda semana Jurassic Park . No se pararon ni las moscas. No hemos podido salirnos de este tipo de material. Si los distribuidores obtienen el permiso de Gobernación y ésta nos lo pasa, adelante. No somos giros negros, ni nada parecido."





Conservación de la mística

"¡Dichoso aquel de quien se prendan las musas!", dice Hesiodo en la Teogonía. Al parecer, las hijas de Zeus y Mnemósine, esculpidas sobre el foro, han decidido proteger al inmueble que las alberga. El estado actual del cine Teresa es casi impecable. Mantener en buenas condiciones un cine de esas dimensiones implica un gasto 50 por ciento mayor al que necesita una sala de cinco pantallas. Los ingresos son por concepto de taquilla porque la dulcería dejó de funcionar hace tiempo. En ese sentido es una ventaja que el inmueble esté ubicado en una acera por donde transitan 11 millones de personas al año.

"Nuestro público ha mejorado mucho -dice Ceballos-. Aquí teníamos público de medio baño: no compraban nada en la dulcería, traían su itacate, ensuciaban el lugar, se metían al baño y se daban medio baño en los lavabos, luego se salían a ver dos películas y se dormían. Esa gente no respeta. Agarramos un bolero que cortaba el tapiz de las butacas en cuadritos para forrar su asiento y se lo vendía a sus colegas. Nos han robado tazas y cortado las mangueras contra incendios."

Actualmente el cine se encuentra vigilado por varias cámaras, además del personal que transita por las salas. En lo relativo al mantenimiento, el arquitecto ha procurado conservar el estado original del edificio, hasta donde las circunstancias se lo permiten. Los sismos no lo han afectado seriamente, con excepción de la Venus que sí salió dañada en el 85, no así el hundimiento de la zona que ha provocado cuarteaduras en la estructura que aún conserva algunos muros del cine de 1924. Cada mes se hace una revisión de la misma y se toma el registro de las variaciones a partir de fotografías y datos de precisión.

En lo que se refiere al decorado, Ceballos asegura que ha tenido que hacer pequeñas modificaciones. Algunos materiales tuvieron que ser reemplazados o modernizados. No obstante, debido a que el cine está catalogado, al igual que la mayor parte de la obra de Francisco Serrano, como patrimonio cultural arquitectónico, las intervenciones tienen que tener la aprobación del INBA.





Ceballos tiene un proyecto de fragmentar el cine y agregarle un centro comercial, sin embargo prefiere conservar la sala en su estado actual. "Nuestra desgracia es que muchas obras, aunque estén catalogadas, no se han respaldado jurídicamente -afirma-. Con esto hemos perdido patrimonio de una manera bestial. Sí podría modificar la sala, siempre y cuando respete ciertas características arquitectónicas, pero no es nuestro interés."

En alguna época ofreció a las autoridades del Distrito Federal usar el vestíbulo como sala de exposiciones, pero aunque hubo interés la respuesta nunca llegó. En la actualidad está realizando encuestas entre el público asistente con miras a proyectar otro tipo de películas los fines de semana. "El problema es que no puedo entrar con estrenos -asegura-. Programo El hombre araña , me la dan a la cuarta semana y me cobran el 60 por ciento de la entrada, con eso ya me llevó el carajo. La mística persiste y de alguna manera es lo que nos ha mantenido aquí, ya hemos logrado buenos arreglos con el sindicato, hemos saneado nuestra economía, la empresa está empezando a tener un equilibrio y los experimentos vamos a empezar a hacerlos en la medida que tengamos la oportunidad.

"Yo todavía sueño con tener festivales de cine -agrega-. Prácticamente nací con este cine. La idea es que en algún momento pudiéramos llegar a eso, que la gente respondiera. Las multisalas cada vez se están acercando un poquito más al concepto antiguo, aunque no lo quieran aceptar y aunque no se traduzca en sus proyectos. Una sala de 300 butacas con el techo a 2.40 no se puede comparar con ésta. En la acústica no se diga y además tiene un equipo de video y DVD superior al de muchas salas, a pesar de que proyectamos en 35 mm. Yo quisiera que este cine fuera conocido por las nuevas generaciones, que la gente sintiera esa sensación especial que se experimenta al entrar a la sala oscura, ojalá tuviera la oportunidad de regresar a eso.

"Es un negocio familiar y hemos continuado -concluye Ceballos-. El Teresa y el Encanto fueron los primeros cines que tuvieron Cinemascope en México. Mi padre le dio entrada al cine argentino. Somos miembros fundadores de la Cámara de la Industria Cinematográfica, somos el socio 50; fuimos los primeros en proyectar el festival de Pecime. Hemos pasado por muchas cosas: nos han querido comprar o tumbar, pero finalmente de mi generación soy el penúltimo y ya viene una tercera generación. Seguimos trabajando y ofreciendo un servicio. Nos dicen que estamos locos, pero volvemos a lo mismo: los cineros somos como los del Atlante: no cambiamos de camiseta."


Entré dos veces al Teresa cuando era un chamaco calenturiento y curioso, ¿alguien se anima a contar alguna anécdota ocurrida en este cine?